Cómo Hacer Mandalas → Dibujar y Crear un Mandala Paso a Paso

Los mandalas están de moda por todas partes. Observamos esos círculos abstrusos, complejos al extremo y quedamos más que perplejos. Algo evidente por lo menos en nuestra cultura ajena a tales obras ¿Hablamos de artilugios mágicos? ¿Qué sentido tienen? ¿Sirven para meditar? ¿Representan o construyen? ¿Poseen funcionalidades terapéuticas? ¿Las formas abarcan diversas simbologías? Una buena cantidad de interrogantes surgen, pero no te preocupes ya que aquí serán todos resueltos. Te presentamos cómo hacer mandalas: dibujar y crear un mandala paso a paso. Un material imperdible y con muchas finalidades que sabrás darle. Esperamos, como siempre, que sea de tu agrado, querido lector.

¿Qué es un mandala?

Los mandalas, para ser claros, son representaciones espirituales. Es decir, una manera de llevar al lienzo o papel ese vínculo extremadamente complejo de lo uno, del sí mismo, el microcrosmos; y por otra parte el entorno, la realidad, el macrocosmos. Jung, estudioso de esta forma de arte, decía que servía como creación de un principio de individuación. Pero es importante saber y entender que el individuo, en estos casos, no se siente alejado ni separado del todo.

Asimismo, estas formas laberínticas son propias del hinduismo como el budismo, quienes sin embargo las usaban como centros de meditación, formas de relajación y nódulos energéticos. Más allá de lo específico de estos credos, en muchas civilizaciones se han observado formas mandálicas, tal vez con la diferencia de que se apoyan en diversas geometrías y soportes. Iglesias antiguas cristianas tenían producciones similares.

Asimismo, es importante recordar que al hombre siempre le agradó la idea de equidistancia ¿Acaso no queda un resabio en nosotros de ello? ¿No sentimos que lo bien proporcionado, lo que es regular, parejo o como se le llame es mejor? Seguramente muchos tengan esa experiencia íntima de modo explícito y otros no tanto. Todo lo que seguía estos patrones, antiguamente, sobre todo en el helenismo, era considerado perfecto, digno de los dioses. ¿Y lo circular, su contante sucesión? Otro ejemplo, como lectura ostensible, del eterno retorno de lo mismo, una y otra vez. La visión cíclica de la vida quizás sea ajena en nosotros, seres modernos que creen en la linealidad del tiempo, aunque no antiguamente, debido a que si oteamos los ritmos de la naturaleza, todo parecería repetirse una y otra vez.

¿Para qué se los hace y usa?

¿Para qué puede servir un mandala? Una pregunta que sin lugar a dudas intrigará a muchos, sobre todo a aquellos que no se han inmiscuido en semejante arte. Bueno: para el budista, por ejemplo, es una forma de meditar. Es más, existe la lectura que esos innumerables arabescos y vueltas dentro del círculo es la vida, cuyo centro sería la perfección. En el budismo no hay divinidades, así que hablamos en todo caso de un camino de elevación propio. O mejor dicho: para Buda preguntarse sobre la creación era importante, aunque sobre el creador no tenía sentido.

¿Y respecto al uso profano y de moda? Las utilizaciones, como se ven, se modifican y en la actualidad la funcionalidad que prima por estos rincones es terapéutica. Muchos doctores recalcan que ya de por sí dibujar, hacer unos simples trazos en una hoja sirve de mucho. Si nos imaginamos semejante obra de arte, las situación se exacerba en sentido positivo. Sanación, búsqueda de tranquilidad, de engendrar buenos pensamientos, de canalizar energías, de distraer la mente de lo mundano apremiante; un poco de todo ello.

Así que ya sabes que el mandala es una excelente forma de curarte. Sí, no todo se soluciona con un antídoto, un psicólogo o un médico, debido a que hay otras maneras de sanación. Pero no solo ello, ya que realizar estas figuras entretiene sobremanera. Puedes pasar horas surcando la hoja, diseñando el círculo perfecto, dibujando, uniendo puntos y luego dándole color. A eso le puedes añadir otros usos como emplazarlo en una sala y utilizarlo ya de un modo si se quiere más espiritual. A continuación, entonces, te enseñaremos cómo se realizan estos mandalas. Verás que es algo escueto, sencillo y alegre. Manos a la obra.

¿Cómo se hace un mandala?

Mandala está en sánscrito, y quiere decir precisamente círculo o rueda. Así que ya, con la simple traducción del vocablo podemos comenzar a efectuar el modelo. Para comenzar, estas serán las herramientas: una hoja del tamaño que consideres (mientras más grande mejor), un lápiz, una regla y un borrador. La regla es vital, ya que todo lo que hagamos al principio será pura medición.

Los inicios pueden ser mezquinos, afirmamos de forma jocosa, claro está. El primer paso es sencillo: realizar un simple punto con lápiz en lo que consideres el centro absoluto de la hoja, es decir, aquel lugar donde la equidistancia existe en todas partes. La regla en ese sentido te servirá, ya que podrás saber con anticipación el largo y ancho del papel. Recuerda que mientras más espacio dejes para el diseño, un mandala más complejo efectuarás.

El paso siguiente es realizar otros círculos, exteriores (no podría ser de otro modo) al mejor estilo brújula: norte, sur, este u oeste. Otra manera es hacer esos puntos en esas direcciones a ojo, de acuerdo a una distancia igual en cada caso, con ayuda de la regla.

Claro está que si dejamos los puntos como al principio, el círculo sería pequeño. Ahora lo que debes realizar es una extensión de esos puntos, en su exacta dirección y creas las filas que quieras o divisiones. En la imagen, muy ilustrativa, se ven tres: la primera con medio, la segunda con uno y la tercera uno y medio. Esto naturalmente dependerá de tus ganas y del tamaño de la hoja.

El estadio subsiguiente es escueto: unir en una línea los diversos puntos que creaste. El corolario es una línea vertical y una horizontal.

Este paso es un poco más complicado: deberás rellenar con los puntos restantes la hoja. Primero, para que todo sea simple, debes añadir una serie de puntos a los que ya existían, de la misma distancia anteriormente dicha. Eso te va a dar una especie de tres cruces (recuerda que eran tres hileras). Luego, para añadir los cuatro puntos que faltan, solo debes calcular un ángulo de 45 grados respecto a las lineas perpendiculares.

Sencillo otra vez: solo unimos los puntos.

Lo que queda es conectar los puntos para conformar los círculos. Entonces, todo radica en saltar de un punto hacia otro. Desde el exterior al interior o a la inversa, eso es decisión tuya, querido lector. El círculo no debe ser perfecto y de hecho el trazado de puntos lo complica más. Poco importa, ya que en primer lugar no buscamos lo egregio en la primera vez; y, en segundo lugar, todo se acomoda con los pasos subsiguientes. Una advertencia: trata que el trazado sea liviano, así puedes borrar con facilidad las imperfecciones que halles.

 

Una sugerencia: se ve claramente que el dibujo de un mandala, pese a parecer muy artístico y libre, no deja de ser cíclico, geométrico, repetitivo, casi un diseño de escuela técnica. Tal vez estos pasos previos sean un quebradero de cabeza para muchos, por eso hay una opción como buscar en internet e imprimir los modelos con todos los pasos explicados llevados adelante. Otra posibilidad es que alguien con más paciencia lo haga por ti.

¡Y comienza el dibujo! Aquí los diseños son personales. Lo que necesitas son lapices de colores, fibras, microfibras, tinta, crayones o lo que quieras que dé vida. La estructura básica está hecha: puedes iniciar por el centro o donde anheles.

Las formas que se dibujan deben seguir patrones. Ya lo aseveramos: los mandalas son repetitivos. Ergo, para que queden lindos debes respetar esa premisa; no es el arte más libre del mundo. Si haces pétalos, triángulos, corazones, pentágonos u otras formas, recuerda hacerlo nuevamente en el exacto sitio. Cada uno de estos símbolos, por otra parte, significa algo: un corazón es la unión y felicidad, una mariposa la transformación del alma, el laberinto confusión, el negro tristeza, el blanco purificación y así mucho más ejemplos. Aunque no tiene que ser la funcionalidad aquí, se suscita, de repente y con más nitidez, la definición del mandala: es un gráfico de la vida y sus peripecias materiales y espirituales.  Pero sigamos.

De a poco el diseño es más abstruso. Haces una forma, en lo posible lentamente y la repites en el lugar exacto, una y otra vez. Primero en la sucesión, luego en la imbricación dependiendo de los círculos y dónde hayas iniciado la tarea.

El resultado final, por lo tanto, ya está hecho de algún modo y no emplazamos imágenes porque, en definitiva, tú decidirás cómo colorearlo. Haces foco en las líneas exteriores, juegos de sombras, pintar el interior y utilizar las herramientas que quieras.  No te preocupes si el mandala no sale a la primera, ya que es un arte complejo, demasiado para el caso. Va a tener disimetrías, imperfecciones, incluso al principio te parecerá raro. Ya sabes que la práctica hace al maestro. En definitiva, que el error sirva como acicate a la perfección. De paso, seguirás al pie de la letra, por lo menos en ese aspecto, la filosofía de este arte.

Uno atraviesa distintos avatares en la vida. Algunos de ellos duelen mucho, los sufrimos; otros son hermosos; y casi todos nos dejan experiencia. No hay nada más bello que dejar plasmado ese derrotero complejo en un sitio preciso, aunque seguramente los budistas verían a este arte de modo más complejo ¿Lo cíclico porque hay muchas vidas? ¿Un eterno retorno más allá de la muerte? ¿Una prefiguración de la existencia que no deja nada al azar? El budismo y el hinduismo siempre fueron muy susceptibles al gran mecanismo del mundo, al juego de causas, consecuencias y cierta linealidad interna, así que estos interrogantes son complejos.

De todos modos, los mandalas no dejan de ser hoy, en pleno siglo XXI, una manera hermosa de entretenerse, de pasar un buen rato, de olvidar problemáticas e incluso de perfeccionarse sobre cualquier clase de arte plástica. Nunca sabemos que nos puede acontecer, pero sí podemos hallar métodos para sortear escollos, incluso tan repetitivos como los diseños mandálicos.

Por último, queda en claro cómo la diversión es terapéutica o, dicho de otro modo, lo uno está totalmente relacionado con lo otro. Más que dos posibilidades, es una que se alimenta de sus vertientes. ¿Es que no hace bien a la salud alegrarse, esbozar una sonrisa, estar absorto en una tarea que nos saca de los problemas por horas e incluso nos puede ayudar a resolverlos mejor? Sin lugar a dudas que sí.  Así que poco importa si sale a la perfección, si conoces la simbología exacta como pusimos a modo de ejemplo o, incluso, si le das una funcionalidad que no sobrepasa la mera recreación. Lo importante es que te sirva a ti, claro está.

Esperamos, como siempre, que el material haya sido de tu agrado, querido lector.

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