El hombre es un ser sumamente complejo: transforma la realidad y a medida que lo hace, en el devenir, se transforma a sí mismo. Pero no comprendamos este transfigurar solo en el modo material, al mejor estilo en un paisaje se crea una casa, una represa, lo que sea. No los proyectos humanos también tienen sentidos etéreos, espirituales y por ende sumamente complejos. Los mandalas, en ese sentido, expresan lo abstruso, la conexión que siempre tenemos (ya que no es por unos momentos) entre el microcosmos de nuestra subjetividad y uno mayor, el universal, el que lo acarrea todo. Digamos por lo tanto que somos lo absoluto, que estamos impresos en tal sitio. Te presentamos en esta ocasión mandalas dibujados y pintados en madera.
Mandalas dibujados y pintados en madera
Los mandalas son representaciones del universo y en sí, para quienes lo hacen, puede dar cuenta de su camino, de su derrotero en esta vida. Sin embargo, esta clase de arte lleno de meditación en Occidente ha encantado por sus bondades estilísticas, estéticas y, sobre todo, de recreación. A continuación te presentamos mandalas realizados sobre superficies de madera, sea del tipo que sea: vas a ver colgados, pequeños, sobre paredes, mesas, sillas, compuestos de madera o simplemente con un sustentáculo de este material. La variedad es increíble y te va a dar una buena panoplia de lo que son estos artículos que tanto cautivan hoy a millones de personas en el mundo.
Suele decirse que el hombre es un animal que se hastía fácilmente y que debe, por lo tanto, llenarse de cometidos, estar pletórico de proyectos. Digamos que si sacamos toda esa marcarada las preguntas tortuosas surgen, los grandes dolores de cabeza aparecen ¿Por qué existo? ¿Hacia dónde voy? ¿La vida es más oportunidad de gratificarse o de dolerse por casi todo? ¿Estamos solos? Bueno, sea como sea, el hombre se abscribe a cometidos de los más diversos, por eso los mandalas pueden ser tan bien recibidos en estos contextos, ya que conjugan la recreación, el divertimento de un buen momento pasado si nos atrevemos a pintarlos o construirlos; y ulteriormente el cometido de la meditación, la reflexión o simplemente un sentirnos aliviados porque tal objeto nos transmite algo especial.
En esta ocasión son mandalas de madera hechos o contenidos sobre una superficie de este material.
Los mandalas tienen un significado medidativo y suelen ser traducidos como círculos. Recordemos que siempre la idea de perfección, en diferentes credos, ha estado asociada con tales figuras geométricas. Vitrales de iglesias diversas lo demuestran para dar cuenta que ha sido una construcción lo bastante generalizada. La equidistancia, la centralidad, la simetría solo abonan semejante pensamiento.
Aquí encontrarás, sin embargo, mandalas un tanto más libres. Quizás no tengan en cuenta ese círculo mencionado ni esten compuestos por los colores como propiamente se los comprende o los símbolos que van desde mariposas hasta espirales. Justamente el movimiento de comprender este tipo de arte como recreativo es lo que ha hecho que no se tome su filosofía al pie de la letra. De todos modos, eso no quita que sirvan, mientras se lo realiza, para descargar energías, librarse de malos pensamientos o hallar algunos bien profundos; lo mismo que emplazarlos en algún sitio específico en donde pensamos que son indispensables fuerzas un poco más positivas. La madera en sí es un material muy utilizado tanto afuera como adentro de los hogares, por eso consideramos que es una excelente opción para ti.
Algo estético no tiene por qué seguir medidas perfectas, por más que mucho tiempo se ha pensado en eso para darle objetividad a una definición que, sin embargo, tenía mucho de subjetiva. En rigor de verdad lo bello es lo que atrae, lo que nos deja prendados, nos da armonía, paz e incluso locura. Aquí, de todos modos, se propende a sentimientos parsimoniosos con los mandalas, de ahí que los puedas ver dispuestos en cuadros de paredes, como pequeños amuletos que se pueden colocar en un jardín o en una simple mesa con colores tan parcos que contrastas con la tonalidad de la madera. La variedad es infinita como siempre.
Es curioso que un objeto sagrado para el budismo y cierto hinduismo tenga rasgos tan distintos en Occidente. Aquí más que nada este arte ocupa un lugar recreativo o de descanso, pero no suele pensarse mucho en la meditaciones que concita. Hay que decir que monjes incluso usan los mandalas para solucionar problemáticas naturales o sociales, construyendo complejos diseños que luego de su cometido se destruyen con una facilidad que nos dejaría atónitos realmente.
Los colores de los mandalas tienen significados, muchos de ellos tan generalizados que podríamos suponerlos de antemano. Por ejemplo, el color rojo es la pasión, cierto vitalismo desde lo sexual y sensual; el verde está engarzado a la vida, la fertilidad; el azul es serenidad, paz o alegría mesurada; el blanco siempre estará vinculado a la perfección, a la purificación, es la tonalidad de lo sublime por antonomasia; y lo negro será la muerte, enfermedad o tristeza.
Naturalmente, esta es una buena información para tener en cuenta si a los mismos mandalas le queremos dar una finalidad que va más allá de lo meramente lúdico o recreativo. Por ejemplo, hay muchas personas que los esgrimen en zonas neurálgicas de la casa, sitios en donde las energías se pueden espesar y los altercados o discusiones preponderar. Por ejemplo, poner uno colgado en un dormitorio es una excelente idea si queremos tener una relación sana de pareja; lo mismo si lo colocamos en un living al que la familia accede frecuentemente o en una mesa, zona crucial para todos los procesos de charla, tertulias y comer. Son ideas que pueden venir bien si se tienen como incorporadas ideas ligadas a los mandalas.
Es que desde esta filosofía no todo se reduce a lo material; no hay monismo de esa clase. En todo caso, existe una polaridad entre la materia y lo espiritual, una vinculación donde lo más importante es lo segundo, por supuesto.
El hombre debe hacer todo lo posible para que el mundo que transforma sea de su agrado. Sí, el lector puede decir que es una evidencia sumamente presente, que siempre ha sido así. Lo crucial es que el mundo está hecho por muchas empresas humanas, por eso es sustantivo encontrar nuestro coto específico, ese nido en el que nos sentimos tan bien.
Los mandalas propugnan las energías positivas, ya que no solo se reducen a ser una cuestión estética o un mero gráfico para aburridos de su universo o cosmos. No, en rigor de verdad todo se sostiene con lo espiritual y la incidencia que tales objetos pueden poseer, en sentido positivo, para nuestro cotidinao existir.
¿Y si nos liberamos? Una de las premisas de los mandalas que nos han llegado es que el inconsciente se debe expresar y explanar, en que tenemos que dejar de lado las preocupaciones y los tapujos sociales que a veces tan incordiosos son. Hablamos de un arte de la liberación, un canalizar las energías que albergamos de la manera justa. Aquí los ejemplos son más que nada desarrollados sobre la madera, con distintas maneras, incluso modelos; pero más o menos el mismo objetivo: recreativos y terapéuticos.
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